Danza Folclórica de rica y notable tradición andina, se presentó por primera vez el 25 de julio de 1686 con motivo de la inauguración de la Iglesia Matriz de Santiago de Chuco. En las localidades de Choquizongullo y Sanagorán su aparición data entre los años de 1930 a 1940.
Esta danza tiene diversas variantes según el lugar de su procedencia actual, siendo sus componentes solamente varones.
El señor Francisco Miñano Benites (santiaguino), manifiesta: "...en cierto modo es una contraposición al conjunto de las "pallas", por el carácter dinámico y versátil de su baile y la estridencia ricamente bulliciosa de su marco musical dado por el "cajero"
Podemos afirmar con seriedad y seguridad, que en el folclor de esta parte del Perú, vale decir el Departamento de La Libertad, el conjunto de LOS PALLOS, ocupa un lugar de honor. Por eso CESAR VALLEJO, el poeta de la raza indolatino, los menciona y distingue dentro de su copiosa y multifacética producción literaria; precisamente estos danzantes del terruño, a parte de su presencia que tiene moldes notables, al danzar dejan virtual constancia de un reto al porvenir. Son amos de la emoción y artífices de la alegría que aglutina y hermana a grandes y chicos, a pobres y ricos, a oriundos y visitantes, en la Festividad del Santo Patrón "Santiago el Mayor", en el mes de julio de todos los años.
Sobresale la túnica que cubre su cuerpo, la cual le da la apariencia de pertenecer al bello exo. "Esta prenda de vestir es un rezago del incanato, pues los cronistas refieren, que ello era el traje de gala usado exclusivamente por el Inca y la nobleza imperial, pero en singulares casos se hizo extensiva a los militares de alto rango, sabos amautas, caciques y mandatarios, que debían tener estos últimos expresa autorización", manifiesta el Sr. Melanio Delgado Siccha (Santiaguino).
El color de la túnica se escoge entre los más vistosos, la tela de pana u otra similar, el color puede variar. Una blonda o cinta bordada se inserta en los extremos de la túnica para darle alegría.
En la cintura va una banda ancha, como cinturón. En pecho y espalda se cruzan dos franjas queriendo recordar así las historias cruzadas españolas que tomaron parte en el rescate de las tierras santas. otro distintivo propio de la época constituye los espejos que llevan como adorno en la parte delantera y posterior cintura arriba.
Se cubre la cabeza con el famoso sombrero a la pedrada, es decir, la parte delantera de la falda doblada y adherida al resto de dicha prenda, sobre el doblés lleva un espejo.
El pallo calza unos macizos botines, gruesas medias de lana, tejidas por manos artesanales. En las rodillas, disimulador y tapados por un pedazo de tela a manera de arandela, porta la sarta de cascabeles de bronce, debidamente amarrada cuyo sonido guarda ritmo con su baile. Se cubre el rostro con un tul blanco o gris.
En la mano derecha empuña y hace mil ademanes con la bayoneta o espadín hecha de madera; otras veces es un plumero o bastoncillo de mando, cuya punta exhibe juguetes como un carrito, avioncito, pajarito, estrella o bien cualquier figura que la informal ocurrencia e imaginación, acuerda para la oportunidad.
Musica y Danza:
Por lo regular la danza de los Pallos, está integrada por veinte varones, formando pares; uno de ellos es capitán o Jefe.
La original pieza musical es el altisonante pero repleta de acompasada bulla, mezcla de acertados y escogidos bemoles de la flauta y el coordinado retumbar de la caja o exprofeso tambor. El cajero aparece de esta manera, como el músico autóctono que impera y destaca con sus instrumentos plebeyos y caseros, hechura de él mismo.
El baile de los pallos es algo indescriptible; espada en mano y ofreciendo a quien "echan punto"; sus componentes danzan cruzando canillas, con movimientos enérgicos y varoniles, salpicados de alegría y fervor, sacando chispas del suelo con el fogoso punto de pallos.
Es de gran atractivo la escenografía que regalan al público espectador, forman figuras geométricas en un coordinado y simétrico disloque con la filigrana de actitudes y posturas que adopta, ya sea moviéndose en círculo, en columna o hilera de a dos, intercambio puestos y girando sobre su eje hasta formar una estrella de cinco puntas, entonces se inunda de alegría, y solo habrá una leve pausa, cuando calle la flauta un instante, aunque la caja no se silencia, por que sigue llenando el ambiente con tenues golpes de la guaytana.
La original pieza musical es el altisonante pero repleta de acompasada bulla, mezcla de acertados y escogidos bemoles de la flauta y el coordinado retumbar de la caja o exprofeso tambor. El cajero aparece de esta manera, como el músico autóctono que impera y destaca con sus instrumentos plebeyos y caseros, hechura de él mismo.
El baile de los pallos es algo indescriptible; espada en mano y ofreciendo a quien "echan punto"; sus componentes danzan cruzando canillas, con movimientos enérgicos y varoniles, salpicados de alegría y fervor, sacando chispas del suelo con el fogoso punto de pallos.
Es de gran atractivo la escenografía que regalan al público espectador, forman figuras geométricas en un coordinado y simétrico disloque con la filigrana de actitudes y posturas que adopta, ya sea moviéndose en círculo, en columna o hilera de a dos, intercambio puestos y girando sobre su eje hasta formar una estrella de cinco puntas, entonces se inunda de alegría, y solo habrá una leve pausa, cuando calle la flauta un instante, aunque la caja no se silencia, por que sigue llenando el ambiente con tenues golpes de la guaytana.
Fuente: Danzas de Nuestra Sierra
Autor: Aristóteles Cruz Ledesma
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